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La principal riqueza del municipio es su agricultura, primando el olivar. No podemos olvidar las huertas que reciben las vivificantes aguas de El Nacimiento, en retroceso en estos días, o las aguas de ríos o arroyos y que dan vida a deliciosas hortalizas, que, aunque no de buena presencia, tienen un paladar exquisito. También adornan nuestros campos ejércitos de viñas que empiezan a producir vinos que alegran al viajero de las inclemencias del camino. En estrecha relación con la agricultura y con la tradición se encuentra nuestra cocina. La tradición, que es sabiduría popular destilada, nuestros abuelos sabían lo que les caía bien y eso es simplemente lo saludable.

Así nos encontramos como aperitivos las aceitunas aliñás, que se recogen en la menguante de octubre y se preparan en la casa, o la sangre frita del pollo que se ha matado del corral mientras llega el plato principal. La tapa de chorizo, salchichón o jamón de nuestra matanza son los entrantes principales. Las sopas, siempre pensando en darle calor al cuerpo en los gélidos inviernos de forma barata, se tomaban cachorreñas, maimones o huevos en gazpachuelo, mientras que en verano, para calmar la sed y aliviarse de los calores, el ajo blanco y gazpacho conforman los platos principales de la gastronomía en esta tierra.

Aceitunas aliñás

Embutidos

Maimones

Ajo blanco

De entre las ensaladas, la reina indiscutible es el remojón con pan de higo, granadas y aceitunas partías. Era el plato principal entre los labriegos y, dependiendo de la economía, se añadía un mayor número de ingredientes (naranja, bacalao, tomate, huevo cocido duro, etc.).

Y pasamos al primer plato, en donde toman el poder, como platos estrellas en sus múltiples variedades, los potajes y el cocido. Por San Antón, es típico el potaje de habas con 'habíos' de la matanza y, para las bodas, una caldera de cocido de garbanzos para agasajar a los invitados. También, como primero, son típicos platos como la almoronía, sobrehusa, papas con oreganillo, migas con melón y canas (con leche) y gachas con cuscurrones.

Remojón

Caldera de cocido

Almoronía

Papas con oreganillo

Las tortillas son las típicas, con los productos de la tierra y de temporada como son las de cardillos, collejas y con miga de pan, ajo y perejil. Como reconstituyente, para los que apenas tienen apetito o se encuentran convalecientes, no hay nada como los huevos crudos con vino.

Como platos más contundentes, cuenta nuestra cocina con el guisao de pies, que se tomaba en la cena de noche vieja, o el afamado choto frito. No podemos olvidar los platos procedentes de la caza como las perdices, conejos, liebres o zorzales. En cuanto al pescado, llegaba hasta aquí procedente de Málaga, motivo por el que en nuestro folklore se cante y baile la 'Malagueña de Frailes', siendo las especies que más se consumian, ambos en crudo o, como mucho, con limón y aceite, las sardinas y los boquerones.

Pero, en la cocina de Frailes, una de las reinas es la seta de cardo, deliciosa de todas las formas, ya sea frita, 'enhariná', a la plancha o en salsa de almendra. Y tampoco podemos olvidar los platos procedentes de los animales de corral como el pollo en asaíllo, conejo en arroz caldoso o pollo tomatero. Y, cuando el día es de mucha fiesta, ese día… arroz y gallo muerto.

Tortilla de cardillos

Tortilla de collejas

Choto frito

Setas en salsa de almendra

Para los postres y desayunos tenemos las ricas papuecas, picatostes con vino y azúcar, leche migá, compota de membrillo y calabaza asada. Como dulces caseros, tenemos borrachos, nochegüenos y las magdalenas y tortas de manteca.

Leche migá

Borrachos

Nochegüenos

Tortas de manteca

Y, después de este breve, pero sabroso recorrido, les deseamos buen apetito y les animamos a que caten nuestra cocina tradicional en cualquiera de los locales con los que cuenta el pueblo.